12. “La piscina de los ahogados” de Ross Macdonald (1950)
Ross Macdonald, seudónimo de Kenneth Millar (Los Gatos, California, 13 de diciembre de 1915 – Santa Bárbara, California, 11 de julio de 1983), fue un escritor estadounidense-canadiense de novela negra, célebre por haber creado el personaje del detective privado Lew Archer. Sus primeros libros son irregulares, pero destacan por el uso de la metáfora y por su similitud entre ellos, que los separa de una masa de literatura policial masiva; y de la primera época destaca Blue city, de 1947. El detective Lew Archer hizo su primera aparición en 1946 en la novela Find the Woman; y reapareció Archer en The Moving Target, en 1949. Esta novela, primera de una serie de ocho, formó el argumento principal del filme de Paul Newman Harper, investigador privado (1966). Lew Archer deriva su nombre del compañero de Sam Spade Miles Archer y de Lew Wallace, el novelista autor de Ben Hur. Macdonald fue el primer heredero del legado literario de Dashiell Hammett y Raymond Chandler como escritores de novela negra. Al estilo de sus predecesores añade algo de densidad psicológica y mayor diseño de los caracteres. Además, las tramas de Macdonald son más complejas y rondan siempre sobre lamentables secretos de familia; los hijos pródigos son tema recurrente. Inspirado por Francis Scott Fitzgerald, Macdonald escribió para los fanáticos del género y también para los críticos literarios. William Goldman llamó a sus novelas “la mejor serie de novelas detectivescas escrita por un autor americano”.
13. “El escalofrío” de Ross MacDonald (1964)
Ningún autor de novela negra ha llegado a mostrar la profundidad psicológica de Ross Macdonald en la creación de personajes ni ha alcanzado la perfecta simetría de las historias de este maestro estadounidense. El escalofrío es una novela con una gran carga psicológica, que hunde sus raíces en el psicoanálisis sin máscaras ni subterfugios. Archer va dejando de lado las armas de fuego y los puños para afilar sus preguntas, indagar con su mente y su presencia invitadora y su paciencia y su deseo de saber qué motiva a querer y a odiar. Sus inquietudes son universales, sus procedimientos no tanto: la búsqueda de la verdad le expone al dolor ajeno, al padecimiento fuerte y concluyente de algunos que atesoran secretos y miedos a partes iguales, que lo manchan con sus dudas y sus actos no siempre perdonables. Archer, a diferencia del terapeuta, entra en las aguas del sufrimiento de quien habla y se expone ante sus ojos, Archer se compadece y toma un camino u otro porque apuesta por devolverle a alguien su buen nombre, porque le duelen las mentiras que dañan a los inocentes. Y, como no es un héroe, no siente que al caer el último velo ha triunfado: cada caso que se cierra es un nuevo mazazo, más leña en la hoguera de los odios y las insidias, las asechanzas y la crueldad humana.
14.”Adios en azul” de John D. MacDonald (1964)
Escritor americano, John D. MacDonald escribió casi ochenta novelas policiacas, muchas de las cuales ambientó en Florida, protagonizadas por su personaje preferido, Travis McGee. Varias de sus novelas fueron llevadas al cine, destacando la película El cabo del miedo (1962).
Ganador del American Book Award de 1980, MacDonald fue nombrado Gran Maestro de la Asociación de Escritores de Misterio de América.
15.“El último buen beso” de James Crumley (1978)
James Arthur Crumley nació en Tree Rivers, Texas en 1939. Creció en el sur de Texas, su padre era supervisor de un campo petrolífero y su madre camarera.
C. W. Sughrue -ex oficial del Ejército, alcohólico y mujeriego- representa el arquetipo del investigador privado de la América posterior a la Guerra de Vietnam. De gatillo fácil y escasos escrúpulos, mientras trabaja en un bar de topless de Montana recibe el encargo de encontrar a un escritor en paradero desconocido. Sin que Sughrue lo pretenda, su búsqueda le llevará a interesarse por la desaparición de una joven diez años atrás en San Francisco. Esta nueva tarea, sin embargo, se convertirá en un intrépido viaje a las entrañas de una nación que sufre las consecuencias psicológicas de una guerra, con sus pesadillas y sus sombras aflorando a cada paso. Con su prosa elegante y un retrato sin concesiones de una sociedad en decadencia, El último beso honesto es una experiencia llena de trepidante acción, cruel ironía y crítica brutal al género humano. El sexo, el dinero, la corrupción, la violencia y las drogas se hacen un hueco en una fascinante historia donde lo más importante es dejar atrás el propio pasado